martes, 14 de septiembre de 2010

La casa del jaguar

• Investigación a María Luisa Armendáriz Guerra
• Escándalo en Na Bolom en el aniversario de Duby
• Recursos internacionales manejados en la opacidad
• El legado de Blom es dilapidado por Marisa
• La Casa de la Enseñanza fue “flor de un día”
• Gastos sin poder comprobarse la llevarías a “chirona”
• Fraude en Na Bolom acusa El Heraldo de Chiapas
• Mala fama y fortuna ajena; el sello de Armendáriz
• Festival de la Palabra y Na Bolom víctimas de pillaje

A la muerte de la suiza Gertrude Duby duby y su esposo el danés Frans Blom, el emporio llamado Na Bolom (la casa del jaguar, en maya) quedó en una especie de limbo. Esa especie de hotel-museo-galería-zoologico y pasarela de lacandones que forman parte del entorno de esta propiedad ubicada en San Cristóbal de Las Casas caminó de manera distinta al sueño de sus antiguos inquilinos.

Las vueltas de la vida llevaron a María Luisa Armendáriz Guerra, la menor de las hijas del exgobernador (por siete días) Gustavo Armendáriz Ruiz a la directiva de una fundación que ha refundido en un quebranto de todo tipo y especie el patrimonio del matrimonio que yace en Nahá, comunidad inserta en el corazón de la Selva Lacandona, según se rescata de un estupendo documento periodístico, publicado el 30 de agosto de 2010 en el Sol de Chiapas, bajo el titular: “La Última Expedición de Gretrude Duby y Fras Blom”, que goza de la preciada rúbrica de Kira Núñez.

A escasos días de ese despacho de prensa encomiando las acciones de la Fundación que encabeza Marisa Armendáriz Guerra, surge la edición dominical El Heraldo de Chiapas que establece: FRAUDE EN NA BOLOM; No comprueban recursos donados y sirven a intereses políticos. ¡Seco el elotazo! Diría Don Gervasio Grajales.

María Luisa durante meses ha disfrutado del paraíso en que fue convertido Na Bolom como si se tratara de su propiedad y desde esa posición ha sorprendido la buena fe de autoridades e instituciones filantrópicas internacionales, acudiendo a las mismas prácticas que en el pasado le causaron jaquecas cuando dirigía con su esposo el famoso Festival de la Palabra, en el Distrito Federal.

Aquella dolorosa experiencia sufrida, por lo visto, no le permitió el aprendizaje debido como para evitar volver a tropezar con la misma piedra. El escándalo que se le presentó en la capital del país logró diluirse por su escasa presencia social y por su vinculación con un par de periodistas intelectuales, quienes le hicieron “el paro” en algunos medios impresos.

Lo que pasa ahora promete para Marisa un destino complejo; diferente, en su natal San Cristóbal, lugar de donde salió de niña rumbo a Comitán a ver crecer los capullos del algodón ¡en el momento de jauja! entre las parcelas de las que su padre logró hacerse de manera extraña.

Marisa al frente de Na Bolom alcanzó fama y fortuna. Lo grave es que la fama no es de la buena y la fortuna podría llevarla a un conocido hostal que se ubica en el municipio de Cintalapa de Figueroa.

La Casa de la Enseñanza ubicada en la esquina que hacen las calles María Adelina Flores y Belisario Domínguez en la gélida Ciudad Real le allegó cuantiosos recursos que no han sido manejados con responsabilidad y honestidad.

Esa situación le ha generado ya los primeros impactos mediáticos, mismos que suelen ser acompañados de los judiciales, máxime cuando a su impericia administrativa se le suma su insuficiencia de inteligencia política.

A decir verdad su futuro es incierto. Nadie le apostaría a un auto que en plena carrera se sabe atascado en estiércol, porque hasta problemas habrá de enfrentar para encontrar voluntarios que le empujen hasta el área de pits. Eso le sucede actualmente a Armendáriz Guerra.

Por el contrario, lo que le están apareciendo a María Luisa son voluntarios para hacerse cargo de sus despojos. Mario Uvence, por ejemplo parece interesarse en la casa museo y la Casa de la Enseñanza. O sería casual que el embate surgiera de El Heraldo de Chiapas, periódico que dirige uno de sus ex colaboradores, cuando el experto en arte sacro estuvo al frente de CONECULTA en los tiempos de Roberto Albores. No, verdad.

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